Vis a Vis

Escuchar, juzgar y actuar

 


 

“Los que aman sin poder amar “

Leiva, Vis a Vis, del álbum “Diciembre”, 2012.

¿Os pregunto: no es Dios un experto en aligerar cargas y yugos y romper cadenas?

Leiva es archiconocido, así que os lo presento solo un poco. Fue la voz del grupo Pereza, famosísimos, por canciones que son casi himnos en fiestas o tardes con amigos. Quién no ha gritado que no quiere “volver a hablar de princesas”, que “en la avenida de la Estrella Polar llega primero el invierno” o que “los gatos andábamos colgados de Lady Madrid”. Tardé un poco (toda separación de grupo de música tiene su duelo, supongo) en engancharme a su carrera en solitario. Pero de la misma manera ahora me costaría no escucharlo durante horas.

Para esta sección he pensado más de una vez en atreverme con una canción suya. Sí, lo confieso, a él no sé que le parecería (ojalá podérselo preguntar tomando un café en Malasaña) pero a mí Leiva, en ocasiones, me acerca a Dios. En la canción “Por Mi Tripa”, por ejemplo: “yo curo más que todo lo que puedas respirar, vamos a frenar, confía brother, sigue mi compás, tu puedes todo, y más”, siempre me he imaginado a Jesús hablándole a una persona con adicción. O en la de “Breaking Bad”, haciendo referencia a la famosa serie, dice “sólo pretendo ser yo, sácame de esta oscuridad”, lo interpreto como un grito de auxilio de alguien desolado a Dios, que ofrece luz en vez de tinieblas, forjando nuestra mejor versión.

¿Qué me ha hecho decidir por una?
Pues de repente estaba yo confinadita en mi habitación y escuché: “qué bonito mirar la sombra que hacen las rejas”. Y claro yo me paré y dije “uy, esto me suena”. He tenido la suerte de poder confinarme en mi ciudad natal y resulta que lo que veo todos los días desde mi escritorio es un olivo detrás de las típicas rejas viejitas de una casa de campo. Qué inoportunas ahora que todos nos sentimos un poco más presos, más encerrados, más limitados. Sigo escuchando. “Si el mundo está del revés habrá que buscar cordura y una pizca de locura para saber quererte más” – esta frase me descoloca. Cuánta lucidez en un poco de música: en esta situación inimaginable que ha puesto el mundo patas arriba, cómo cuesta, sin salir de casa, saber ver a Dios en las cosas, en los demás. Como cuesta encontrarle y quererle cuando sentimos tal incertidumbre, angustia y miedo.

Sigue: “dónde le roban tiempo al amor”. ¿Acaso no es la sensación que tenéis ahora mismo? ¿No os da la impresión de que el virus nos está quitando tiempo de estar con nuestros abuelos, familiares, amigos, parejas, compañeros? Qué angustia pensar que nos falta tiempo para querer. Pero entonces añade: “volaremos sin movernos”. Pues sí, sin salir de casa, ¡volemos!, con creatividad, con paciencia, con cordura y locura, salgamos sin salir.

La libertad llora porque nos echa de menos, nos canta Leiva en esta canción que lleva por título “Vis a Vis”, haciendo referencia a los encuentros puntuales que tienen los prisioneros con sus visitas. Pero, aunque la libertad nos esté esperando, las cadenas que nos atan mientras todo esto pasa, son de sal, y se deshacen con lágrimas también saladas. ¿Os pregunto: no es Dios un experto en aligerar cargas y yugos y romper cadenas?

Y el colofón: “para dejar por escrito que no voy a abandonar y ponerle sangre al grito de los que aman sin poder amar”. Para mi “ponerle sangre al grito” es poner las entrañas, el corazón, es dejarse la piel por los demás como hacen los héroes cotidianos de la pandemia, que no solo lo son ahora. Amemos sin poder amar. ¿Cómo se cuida a alguien por WhatsApp? ¿Cómo te acercas a Dios desde tu habitación? ¿Cómo te haces presente en la vida de otro con una video llamada? ¿Cómo acompañas el sufrimiento y la soledad? ¿Cómo pides ayuda y compañía? ¿Cómo te diviertes con los tuyos? ¿Cómo amas desde casa?

No es una lección con solucionario, me incluyo en la búsqueda de respuestas. Sólo quería hablaros de esta canción para dejar por escrito que no quiero abandonar y que intentaré ponerle sangre al grito por todos los que, ahora mismo y siempre, amamos sin poder amar.

Alba Martorell,
responsable de jóvenes de ACG Diócesis de Tortosa

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