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Preparando el Domingo (Niños)

SEMANA SANTA CON DANIEL Y SARA - CICLO C

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JUEVES SANTO

LA ESPERANZA BRILLA EN EL SERVICIO Y EN LA EUCARISTÍA

17 de abril de 2025

PRIMERA LECTURA:
"Prescripciones sobre la cena pascual” (Éxodo 12, 1-8.11-14)

SALMO:
"El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo” (Salmo 115)

SEGUNDA LECTURA: 
"Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor” (1 Corintios 11, 23-26)

EVANGELIO:
"Los amó hasta el extremo” (Juan 13, 1-15) 

 

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro y este le dice: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?». Jesús le replicó: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde». Pedro le dice: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». Simón Pedro le dice: «Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza». Jesús le dice: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos». Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios». Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

(Juan 13, 1-15)

 

Introducción

Daniel y Sara ayudaban a su madre a preparar todo para la cena de Pascua, porque Jesús y sus discípulos estaban en su casa, en la sala de arriba cenando. Mientras colocaban los platos, estaban atentos a todo lo que pasaba allí.
—He oído que esta noche Jesús celebrará algo importante —dijo Daniel.
—Sí, pero no sé qué puede ser —respondió Sara.
Vieron como Jesús estaba reunido con sus amigos en una gran mesa. En un momento, hizo algo inesperado. Se levantó, tomó una jarra con agua y una palangana y se acercó a Pedro. Se arrodilló y comenzó a lavarle los pies.
—¡Maestro, no puedes hacer esto! —dijo Pedro, sorprendido.
Jesús lo miró con amor y le explicó:
—Si no te lavo, no serás de mis amigos.
Daniel y Sara imaginaban la escena con asombro. Jesús, el Señor, se había convertido en un servidor. No vino para ser servido, sino para servir.
Después, Jesús tomó el pan en sus manos, lo bendijo, lo partió y lo repartió diciendo:
—Este es mi cuerpo, que se entrega por vosotros.
Luego tomó una copa con vino y dijo:
—Este es mi sangre, que se derrama por vosotros.
Sara se llevó la mano al pecho. Jesús no solo había enseñado a servir, sino que también se quedaba con nosotros en la Eucaristía para siempre.
—Daniel, esta no es una cena cualquiera. Es el mayor regalo de amor.
Los dos hermanos entendieron que lo que Jesús había hecho esa noche cambiaría el mundo para siempre.

Ver

Piensa en un momento en el que alguien te haya servido con amor, como cuando te preparan tu comida favorita o te ayudan en algo importante. ¿Cómo te sentiste? Vamos a recordando que Jesús nos enseñó que servir a los demás con amor, y eso nos hace más como Él.

Juzgar

En esta lectura, Jesús hizo algo sorprendente: se puso a lavar los pies de sus discípulos, como un sirviente. Pedro al principio no quería, pero Jesús le explicó que así debía ser. Luego, en la Última Cena, nos dejó el regalo más grande: la Eucaristía, su propio cuerpo y sangre.
A veces, pensamos que ser grandes es que nos sirvan, pero Jesús nos enseña lo contrario: el que ama, sirve.
¿En qué momentos puedes servir a los demás con humildad? ¿Cómo puedes valorar más la Eucaristía en tu vida?"

Actuar

Estos días haz un pequeño servicio con amor: ayuda en casa, escucha a alguien con paciencia o haz un favor sin esperar nada a cambio. 

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Oración

Señor Jesús,
me enseñaste que el amor
verdadero es servir.
Ayúdame a seguir tu ejemplo,
a ser humilde
y a dar lo mejor de mí a los demás.
Que nunca olvide
el gran regalo de la Eucaristía,
donde te quedaste
para siempre con nosotros.
Amén.

 


VIERNES SANTO

LA ESPERANZA EN LA CRUZ: EL AMOR MÁS GRANDE

18 de abril de 2025

PRIMERA LECTURA:
"Él fue traspasado por nuestras rebeliones” (Isaías 52,13-53,12)

SALMO:
"Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu” (Salmo 30)

SEGUNDA LECTURA: 
"Aprendió a obedecer; y se convirtió, para todos lo que le obedecen, en autor de salvación” (Hebreos 4,14-16;5,7-9)

EVANGELIO:
"Pasión de nuestro Señor Jesucristo” (Juan 18,1-19,42) 

 

Después de decir esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo: «¿A quién buscáis?». Le contestaron: «A Jesús, el Nazareno». Les dijo Jesús: «Yo soy». Estaba también con ellos Judas, el que lo iba a entregar. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez: «¿A quién buscáis?». Ellos dijeron: «A Jesús, el Nazareno». Jesús contestó: «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a estos». Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste». Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?». La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo». Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro: «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?». Él dijo: «No lo soy». Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose (...)

(Juan 18,1-19,42)

 

Introducción

Daniel y Sara estaban en la calle cuando vieron algo que les rompió el corazón. Jesús pasaba cargando una cruz muy pesada. Su rostro estaba lleno de heridas, y su túnica tenía manchas de sangre.
—¡Mamá! ¿Qué le han hecho a Jesús? —preguntó Daniel con lágrimas en los ojos.
—Lo han condenado a muerte… —susurró su madre con tristeza.
Sara apretó fuerte la mano de su madre mientras veía cómo los soldados empujaban a Jesús, quien apenas podía caminar. Algunas personas se burlaban de Él, pero otras lloraban.
Cuando regresaron a casa, su padre les contó lo que había sucedido en el Calvario.
—Jesús fue clavado en la cruz y, antes de morir, miró a su madre, María, y le dijo que ahora Juan sería su hijo. Nos estaba enseñando que somos una gran familia.
—¿Y qué pasó después? —preguntó Daniel.
—Jesús murió, y su madre lo sostuvo en sus brazos con un dolor inmenso. Sus discípulos estaban tristes y asustados. Lo enterraron en un sepulcro y cerraron la entrada con una gran piedra.
Sara y Daniel sintieron un nudo en la garganta.
—Pero Jesús dijo que al tercer día resucitaría… —susurró Sara con esperanza.
Su padre asintió.
—Sí, y debemos confiar en Él. A veces parece que la oscuridad gana, pero el amor de Dios es más fuerte.
Sara y Daniel se abrazaron. Aunque estaban tristes, en su corazón sabían que esta no era el final de la historia.

Ver

Piensa en un momento en el que hayas sentido tristeza o dolor, pero en el que alguien te haya dado consuelo. ¿Cómo te sentiste?
Vamos a recordar que Jesús sufrió por amor a nosotros, y su amor nos da esperanza .

Juzgar

En esta lectura, Jesús carga con la cruz, sufre y muere por nosotros.
María, su madre, lo sostuvo con tristeza, y los discípulos lloraban.
A veces, cuando sufrimos o vemos a otros sufrir, podemos sentirnos sin esperanza. Pero Jesús nos enseña que su amor es más fuerte que el dolor y que nunca nos abandona. ¿Cómo puedes consolar a alguien que sufre? ¿Qué significa para ti que Jesús haya dado su vida por amor?"

Actuar

En estos días acompaña a alguien que esté triste o que necesite apoyo. Puede ser con una palabra amable, un abrazo o simplemente escuchando. 

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Oración

Jesús,
en la cruz nos mostraste
el amor más grande.
A veces no entiendo el sufrimiento,
pero confío en que nunca nos abandonas.
Ayúdame a llevar
esperanza a quienes sufren,
como tú nos diste
esperanza con tu entrega.
Amén.

 


DOMINGO DE RESURRECCIÓN

‘LA ESPERANZA RENACE: ¡JESÚS HA RESUCITADO!’

20 de abril de 2025

PRIMERA LECTURA:
"Hemos comido y bebido con Él después de su resurrección de entre los muertos” (Hechos 10, 34a.37-43)

SALMO:
"Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo” (Salmo 117)

SEGUNDA LECTURA: 
"Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo” (1 Colosenses 3, 1-4)

EVANGELIO:
"Él había de resucitar de entre los muertos” (Juan 20, 1-9) 

 

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

(Juan 20, 1-9)

 

Introducción

Daniel y Sara se despertaron al amanecer. La tristeza del Viernes Santo todavía estaba en sus corazones, pero algo les decía que ese día sería diferente.
De repente, su madre entró corriendo en la casa, con los ojos llenos de emoción.
—¡Jesús ha resucitado!
Sara y Daniel se quedaron con la boca abierta.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Daniel.
—Fui con María Magdalena y otras mujeres al sepulcro. Pero cuando llegamos, la piedra estaba movida y el cuerpo de Jesús no estaba. Dos ángeles nos dijeron: ‘¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado’.
Sara sintió un escalofrío de emoción.
—¿Entonces… Jesús está vivo?
—¡Sí! Y debemos contarle a todos.
Daniel saltó de alegría.
—¡Sabía que no podía terminar así!
Sara tomó la mano de su hermano y salieron corriendo a la calle, anunciando la gran noticia.
Jesús había vencido la muerte. Su amor era más fuerte que todo.
Esa mañana, Jerusalén despertaba con un nuevo brillo. La esperanza había renacido.

Ver

Piensa en un momento en el que hayas recibido una gran noticia que te llenó de alegría. ¿Cómo te sentiste? Ahora vamos a rezar, recordando que la mejor noticia de todas es que Jesús ha resucitado.

Juzgar

Unas mujeres fueron al sepulcro de Jesús y encontraron algo asombroso: la piedra estaba removida y el sepulcro vacío. Unos ángeles les dijeron que Jesús no estaba allí, ¡porque había resucitado!
A veces, nos sentimos tristes o sin esperanza, como los discípulos antes de saber que Jesús estaba vivo. Pero la resurrección nos enseña que Dios siempre tiene la última palabra y que su amor es más fuerte que la muerte. ¿Cómo puedes compartir esta alegría con los demás?

Actuar

Esta semana, lleva un mensaje de alegría y esperanza a alguien. Puede ser con una carta, una sonrisa o una oración especial por esa persona. . 

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Oración

Señor Jesús,
has vencido a la muerte
y nos has llenado de esperanza.
Gracias por darnos
una nueva vida contigo.
Ayúdame a llevar
tu alegría a los demás,
recordando siempre
que tu amor nunca se acaba.
Amén.

 


DOMINGO DE RESURRECCIÓN

ABRIENDO LA PUERTA DE LA ESPERANZA

 

Introducción

¡¡¡Hola de nuevo a todos!!! ¡¡¡Feliz Pascua de Resurrección!!! ¿Habíais pensado que nuestra peregrinación que hemos hecho esta Cuaresma por las Puertas Santas había acabado?

¡¡¡No!!! Nos queda una puerta que cada uno de vosotros conocéis bien.... ¿Sabéis cuál es? La Puerta de la Catedral de vuestra diócesis.

El 29 de diciembre en cada diócesis se celebró la apertura del jubileo y la Puerta Santa de la catedral, para poder así ganarlo en nuestros lugares de origen.
La catedral en cada diócesis aparte de ser la sede del obispo es el lugar donde se reúne la familia diocesana para celebrar la fiesta de la Eucaristía y recordar que Jesús murió y resucitó por todos nosotros.
¿Conocéis vuestra catedral? A mis amigos y a mí nos gustaría conocerla, ¿qué os parece si buscáis algo de información y nos la contáis?

Ver

  ¿Te has llevado alguna vez alguna sorpresa? ¿Cómo has reaccionado?

Juzgar

¿Cómo crees que reaccionaron al ver el sepulcro vacío? ¿Qué crees que se les pasó por la cabeza? ¿Y por el corazón?

Actuar

¿Qué hizo María Magdalena cuando vio a Jesús? ¿Qué podemos hacer nosotros para anunciar que Jesús ha resucitado?

 

Oración

Jesús, Tú Eres la Llave

Señor Jesús, Tú has vencido la muerte,
has abierto la puerta de la vida.
Tu resurrección es mi esperanza,
Tu amor es la llave de mi salvación.
Quiero seguirte con un corazón nuevo,
dejando atrás el pecado y el miedo.
Tú me llamas a caminar contigo,
a confiar en tu luz cada día.
Ayúdame a abrir mi corazón,
a vivir con fe y alegría.
Gracias, Jesús, por darme tu vida,
por mostrarme el camino al Padre.
Amén.

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