• Preparando el domingo adultos

Preparando el Domingo (Adultos y Jóvenes)

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN.
II DOMINGO DE ADVIENTO

“TODOS VERÁN LA SALVACIÓN DE DIOS”

8 de diciembre de 2024

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Domingo

PRIMERA LECTURA:
"Dios mostrará tu esplendor” (Baruc 5, 1-9)

SALMO:
"El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres” (Salmo 125)

SEGUNDA LECTURA: 
"Que lleguéis al día de Cristo, limpios e irreprochables” (Filipenses 1, 4-6.8-11)

EVANGELIO:
"’Todos verán la salvación de Dios” (Lucas 3, 1-6)

 

Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, | que nos ha bendecido en Cristo | con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
El nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo | para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor.
Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, | según el beneplácito de su voluntad, | a ser sus hijos,
para alabanza de la gloria de su gracia, | que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.
Por eso, habiendo oído hablar de vuestra fe en Cristo y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mis oraciones, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos. 

(Lucas 3, 1-6)

TENEMOS QUE HABLAR


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    Se iba a realizar un encuentro diocesano tras el verano, y ya en el mes de junio, cuando todavía no había acabado el curso pastoral, los organizadores se decían unos a otros: “Tenemos que hablar, ¿eh?” La preparación de dicho Encuentro no podía dejarse para más adelante, había que ir hablando para concretar ya todo lo necesario; de lo contrario, llegaría la fecha pero las prisas, imprevistos y contratiempos harían que el Encuentro no estuviera debidamente preparado.  

     

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    Dentro de unas pocas semanas vamos a celebrar un gran Encuentro: el de Dios con la humanidad, por medio de su Hijo hecho hombre. Esto es la Navidad, esto es lo que debemos celebrar, y no simplemente un tiempo de buenos sentimientos, afectos familiares, fiestas, comilonas y regalos.

    Este gran Encuentro que vamos a celebrar tiene tres dimensiones:

    Una hace referencia al pasado, puesto que recordamos (volvemos a pasar por el corazón) la primera venida del Señor, el nacimiento de Jesucristo.

    Otra hace referencia al presente, ya que no sólo celebramos el aniversario de algo que ocurrió, sino que esa primera venida se actualiza hoy, como decimos en el Prefacio III de Adviento: «El mismo Señor… viene ahora a nuestro encuentro en cada persona, en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe».

    Y la tercera dimensión nos orienta hacia el futuro, hacia la venida definitiva de Jesucristo, con poder y gloria, al final de los tiempos, para que vivamos el Encuentro definitivo con Él.

    Por tanto, un gran Encuentro de esta importancia requiere una buena preparación, que llevamos a cabo durante el Adviento, una palabra que viene del latín y significa ‘venida’ o ‘llegada’. El Señor vino, viene y vendrá para encontrarse con nosotros, y necesitamos estar preparados.

    Pero no es algo que debamos hacer sólo nosotros, también Dios tiene algo que decir. Y la 1ª lectura y el Evangelio que hoy hemos escuchado nos muestran que Dios siempre ha estado dispuesto al diálogo con el ser humano para que se produzca ese encuentro, aunque nosotros a veces lo rehuyamos. Por eso, en este segundo domingo de Adviento, Dios nos está diciendo otra vez: “Tenemos que hablar”, para preparar este Encuentro del mejor modo.

    En la 1ª lectura Dios preguntaba: “¿Dónde estás?” Y Adán respondía: “Me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí”. ¿En qué situación personal me encuentro? ¿Qué me da miedo? ¿Me escondo de Dios?

    Dios dijo a la mujer: “¿Qué has hecho?”. ¿Soy responsable de mis actos? ¿Reconozco mi pecado?

    Y este año, en el segundo domingo de Adviento, celebramos la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Ella es una de las grandes figuras del Adviento y también un modelo de diálogo con Dios, de alguien que no vive su fe de forma pasiva, como hemos escuchado en el Evangelio:

    “El ángel, entrando en su presencia, dijo: Alégrate…”. ¿El Encuentro que es la Navidad me produce alegría?

    “Ella se preguntaba qué saludo era aquél”. ¿Me hago preguntas sobre la fe, la Palabra de Dios, o me limito a “cumplir” sin cuestionarme nada más?

    “María dijo al ángel: ¿Cómo será eso…?”. ¿Busco respuestas a mis preguntas? ¿Dónde y cómo lo hago?

    “María contestó: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. ¿Cómo respondo a Dios? ¿Estoy disponible para lo que vaya surgiendo en mi diálogo con Él? ¿Confío de verdad en su Palabra?

     
     

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    ¿He tenido que preparar con otras personas un encuentro? ¿Soy capaz de dialogar, o voy a la mía? ¿Estoy aprovechando el Adviento para preparar el Encuentro que es la Navidad? ¿Hablo con Dios en la oración? ¿Es un diálogo, o sólo hablo yo, sin escuchar? ¿Acojo lo que me va sugiriendo?

    Ya estamos a mitad del Adviento: el gran Encuentro que es la Navidad está cada vez más cerca. Por eso hoy, de nuevo, Dios nos dice: “Tenemos que hablar” para prepararla. Y en María tenemos un buen modelo para hacerlo. Ella vivió en plenitud el encuentro con el Dios hecho hombre y nos enseña a nosotros a abrirnos al Espíritu Santo con una oración que sea verdadero diálogo con Dios desde la interioridad, el silencio, la confianza, preguntando sin miedo a Dios todo lo que nos surja y, a la vez, poniéndonos a la escucha de su Palabra para fiarnos de Él aunque haya cosas que no entendamos. Así podremos decir también: “Aquí estoy, hágase en mí según tu palabra”, y al terminar el Adviento tendremos preparado el gran Encuentro con Dios que es la Navidad.

     
     

 

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